sábado, 18 de agosto de 2007

Un Largo viaje.

Cuando comencé mi última etapa escolar, me habían dicho que se vendrían grandes cosas, conocería a gente nueva, situaciones diferentes a la que estaba acostumbrada y los recuerdos de todo ese periodo serían inolvidables.
Mi largo viaje comenzó al salir de mi casa, mis miedos y mi adrenalina me acompañaron en el frío bus donde las palabras no existían y las miradas eras las que mandaban es el trayecto. Los nervios aumentaban más a medida que me acercaba al objetivo. Mi sonrisa no quería desaparecer, mientras el cálido sol indicaba que sería un día caluroso.
Al llegar al nuevo colegio, donde las miradas de los estudiantes mayores me cohibían con solo mostrarme una mueca, comprendí que esto sería así, que todo cambiaría, aunque mi cuerpo con miedo tratara de alejarse lo más rápido de aquel lugar.
Las risas y gritos eran los dueños de aquella mañana; mientras mi paso tímido y solitario iba hacía la sala de clases; donde me esperaba cuatro largos años de alegrías y llantos.
Antes de comenzar mí eterno viaje hacia la acogedora sala, un rostro conocido se acercó a mí; una niña, que con un saludo amigable y un acogedora bienvenida, me mostró que mi primer día de clases no sería malo y todo volvería a parecerse a los viejos tiempos.